GUADALAJARA, JALISCO (16/NOV/2016).- “Magnífica 70” es una serie que cuenta la historia de “Vicente” (Marcos Winter), un brasileño monótono que pasa sus días entre la rutina del hogar y su trabajo en la oficina de Censura Federal de São Paulo, en Brasil, en la década de los 70. Este hombre casado, que lleva una vida normal y que se dedica a enviar informes sobre los filmes que deben ser censurados, es trastocado luego de ver a la protagonista de la cinta “La estudiante Fogosa”, al grado de que abandona todo, la busca y se convierte en director de cine de la productora Magnífica Cinematográfica, de la que “Manolo” (Adriano Garib) es dueño.La serie, producida por HBO, estrena su segunda temporada, con un salto temporal de unos años, pues se ubica en 1975. Para Adriano Garib esto puede provocar un poco de desconcierto entre los seguidores: “La primera temporada termina en 1973 y la segunda comienza en 1975. Entonces, cuando comienza, creo que, para el que sigue la serie, va a ser un choque, porque está todo muy en otro lugar, ¿no? La disposición de los peones de la historia cambió completamente en el tablero, las relaciones y todo lo demás. Entonces, el espectador puede decir: ‘¿Cómo? ¿Es la misma serie?’”Sobre la trama, cuya primera temporada se caracterizó por las subtramas narrativas y los giros argumentales, el actor mencionó que después de ver los capítulos de la segunda temporada quedó sorprendido con su personaje. “Cuando terminé (de ver), dije: ‘Un momento. ¿Qué está haciendo Manolo?’ Creo que el juego comienza realmente feroz. Ya armamos el juego en la primera temporada. Entonces, en la segunda, puedes salir jugando cómodo, ¿no? Esos sujetos, para variar, están en un lío. Ellos todo el tiempo se meten en líos. Es una cosa de locos. Son los mismos personajes, ¿pero qué relaciones son esas? Y en el transcurso de la serie –y creo que esa es una de las grandes cualidades de la segunda temporada- todo se va aclarando en flashbacks que son orgánicamente vinculados a la trama”.Manolo, el personajeLuego de la pausa después de terminar las grabaciones de la primer temporada, Garib, menciona que no le costó trabajo volver a su personaje: "Cuando vuelves, un año después, dices: ‘Dios mío, ¿y ahora?’. Empiezas a leer los primeros capítulos, todavía te metes en el personaje. Entonces, ves que es una temporada más agitada, más loca, más insana, en el mejor sentido de la expresión. Ellos son más dramáticos y están más al límite que en la primera, más aún, si es posible, porque, en la primera, ya es muy evidente que son capaces de hacer cosas que, cuando las ves, dices: ‘No, no van a hacer eso’. Y lo hacen”.La serie ofrece un atractivo más, recrea los sets de filmación de los años 70 en el país del sur del continente y ofrece una mirada desde el interior a la magia del cine.Sobre esto, el mismo Garib mencionó que es uno de los encantos de la grabación y la posterior proyección de los capítulos: “Creo que el gran encanto de la serie es el hecho de que ellos hagan esas películas y nosotros seguimos la realización de esas cintas. Sea cual fuera la función de esos filmes. Puede ser simplemente una película que están haciendo porque quieren hacer una o puede ser por alguna otra razón que estén detrás de eso —que lo vemos mucho en la segunda temporada, como ya lo vimos en la primera—. Ellos hacen películas con segundas intenciones. También hay mucho de eso en la segunda temporada”.
