Jueves, 28 de Marzo 2024
Entretenimiento | Una triada de historias que tienen que ver con la progenitora

En la madre, tres escenas de un día sagrado

Una triada de historias que tienen que ver con la progenitora, con sus hijos que las aman, sus esposos que quisieran dejarlas y sus proveedoras de obsequios

Por: EL INFORMADOR

Los tiempos ya no son los de antes, dicen los comerciantes que en el Día de la Madre no tuvieron las ventas que en otros años lograron.  /

Los tiempos ya no son los de antes, dicen los comerciantes que en el Día de la Madre no tuvieron las ventas que en otros años lograron. /

GUADALAJARA, JALISCO (11/MAY/2014)

Edipo taxista


“¿Tiene madre? ¡Cuídela!”. No es una amenaza de un policía estatal, sino el consejo generoso de un taxista mientras maneja a trompicones por la Calzada Independencia, que por cierto está hasta la suya, unas horas antes del Día de la Progenitora.

“¡No hay nada como tener madre!”, suspira el conductor, cuya vida debe andar sesenteando. Luego le da un gran trago a la botella de a litro, igual que se le da un trago a un tequila para disolver el nudo en la garganta.

—Está haciendo un calor de la fregada —intento disuadirlo, pero a él no le da la gana escuchar.

“¡Uuuy, las madres!”, sigue, “¡Para ellas todo! Que llévame aquí, aquí vamos. Que llévame allá, vamos allá”.

Vamos en la Calzada y Herrera y Cairo. Quién sabe de dónde salió una joven con unas flores de vinil chillante en la mano y el rostro moreno estirado por el sol “¿No me compra oiga? Tienen luz propia, ire. Cuestan 60 amigo. No se le rompen no se maltratan yacasinuhay”.

Absorto en su oda el taxista parece no haber percibido a la florista de vinil, pero bien que la oyó; en cuanto pisa el acelerador exhala: “¡Si viviera mi mamacita le gustarían esas flores! ¡Me dejó hace tres años, mi mamacita!”. Por el espejo retrovisor puedo ver que sus ojos son dos chapoteaderos en Semana Santa.

—¿Y no tiene esposa? —pregunto, o más bien consuelo.

—¡Cómo no! Pero la esposa de uno es la madre de los hijos de uno, no la madre de uno. La esposa de uno es para los hijos.

Menos mal: las flores de vinil son horribles.

2 Ahí está el detalle

“Todo trabajo requiere del 50por ciento de anticipo y se deberá liquidar antes del día de entrega”. Esta sí es una amenaza. Está escrita con letras negras y caligrafía naif sobre una cartulina fluorescente, en una tienda de “detalles” por la Avenida Copérnico, en Zapopan.

Pero este 10 de mayo ni trabajo ni anticipo ni nada, se lamentan Rosalinda y Paola, las dueñas del negocio. “Malitas malitas que están las ventas”, insiste la primera.

Hace apenas un par de años, desde el 8 de mayo ya se había terminado la mercancía, pero en 2014 ya nadie quiere darle a su progenitora más que trabajo, se quejan.

En canastas mimbre yacen los “detalles” sin prisas por pasar a otras manos: celofanes con galletas de 12 pesos, espejos de mano de 15, jabones perfumados de 18, arreglos de orquídeas de nailon con gotas de rocío siliconado de 229 pesos, hartos globos de ¡Mami te amo! a 45, una botella de cristal con un pedazo de papel adentro para que los más pobres regalen aunque sea el detalle: una botella vacía con carta escrita de su puño y letra…

¿Qué significa año malo? Buenas comerciantes como son, Rosalinda y Paola nunca confesarán cuánto han ganado antes de que el reloj marque la una de la tarde.

Lo que sí saben decir es que la amiga de la amiga de una prima que tiene un negocio parecido, hace un año a estas horas ya había vendido 12 mil pesos en obsequios y envolturas. En cambio este año la misma amiga de la amiga de una prima lleva apenas tres mil.

Tres mil pesos no está mal para unas horas; es un sueldo mensual de 45 mil. Pero no. Las mujeres explican que el 10 de mayo es su última venta fuerte del año (las otras son la Navidad y el 14 de febrero).

A la mayoría de los comerciantes la madre les da para pasar los siete meses que quedan del año. Después de esta celebración sólo queda la miseria.

“Lo que pasa es que ya no hay valores”, grita Paola, desde al fondo del local, de tres por tres metros, que entre peluches y papelería es el mismísimo infierno.

—¿No será la crisis económica?

—Nah. Los niños de antes ahorraban para darle a su madre, pero ahora ya todos hasta hablan de tú, igualados.

3 Madre, la mía

Edipo taxista debe ser un niño de antes, porque habla de usted y a media cuadra del Hospital Civil no ha dejado de hablar de la madre. “¡Eeeei! ¡Ya le digo! Cuídeme mucho a su mamacita”, alcanza a decir cuando cobra un billete de 50 pesos, por un viaje al Hospital Civil.

A mediodía las puertas del nosocomio son un hormiguero que se prepara para la tormenta.

Entre todos, un joven con cara de matón se distingue del resto porque se desquita a gritos con su celular con un florido vocabulario. Moreno, joven, pesado y furioso el hombre carga una pañalera entre abierta, desde la cual se escapan las barbas de una cobija de estambre para bebé. “¿Para qué [---] me pediste que viniera con tu ropa hija de la [---]? Los [---] policías de la entrada no me dejan entrar. Si la niña nació bien para qué [---] me llamaste. Ni creas que voy a venir por ti. Agarras un [---] taxi y encueradas o como estén se van a la casa”.

No hay duda. El cara de matón acaba de ser padre y esa hija de [---] a la quien le grita es la madre recién parida.

Respiro aliviada. Por lo menos el cara de matón no le está gritando a su madre. Menos mal que nomás le grita a su pareja. Como dijo hace unos minutos Edipo taxista “la esposa de uno es la madre de los hijos de uno, no la madre de uno”.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones