La paciencia tiene recompensa

BARRA DE NAVIDAD, JALISCO (25/ENE/2014).- La clave es estar en el lugar ideal y en el momento perfecto.

Pero para tener éxito en la pesca deportiva no hay una fórmula exacta para triunfar.
 
Algunos le llaman suerte; sin embargo, si algo les ha enseñado más de 40 años pescando a la familia Hernández es que la paciencia y la tenacidad tienen al fin su recompensa.

Los hermanos Huicho y Jaime Hernández se paran pacientemente detrás de sus cañas, a la espera de que una presa aparezca. Pero el tiempo corre y no hay señal alguna.

En el horizonte todo comienza a desaparecer y por momentos sólo se ve el azul del mar, en cualquier dirección. El silencio se rompe únicamente por el sonido del motor y las olas que genera la lancha.

Sin embargo, en el rostro de los seis hombres, que zarparon juntos desde la Marina de Barra de Navidad a las 7:00 horas en punto, no hay ninguna señal de desesperación.

Los reportes de radio sobre capturas de otras embarcaciones comienzan a ser cada vez más escasos. "Está lenta la captura hoy", señala Guillermo padre, un hombre de 87 años de edad, quién inculcó a sus hijos, y en general a toda la familia, la pasión por la pesca deportiva.

"El día anterior (el viernes) ya había el doble de pescados", explica Guillermo Hernández con un dejo de decepción.

Tras cuatro horas de navegación, el panorama era desolador. El capitán Poncho Partida abandona su posición en la torre de mando y baja a la zona de pesca para ajustar las cañas y entonces sucede: la primera "acción" del día.

Un pez Vela aparece y ataca la carnada.

Comienza la batalla

Guillermo padre se posiciona en la "Silla de pelea", un asiento diseñado para que el pescador luche contra su presa.

Cada integrante de la embarcación sabe lo que sigue a continuación y adoptan su puesto de combate. Guillermo hijo, de acuerdo con el reglamento, da aviso por radio de que la pelea inicia.

Jaime registra en video la evidencia de la pelea, el reglamento exige que se grabe al pescador y la ficha del equipo, mientras que Huicho y Santiago están listos para subir al animal al bote.

Guillermo padre se enfrasca en una lucha con el animal, un estira y afloja por atraerlo hacia la embarcación.  Pasan 10 minutos de pelea y el animal estaba 40 metros de la lancha, pero Guillermo ya hizo lo más importante, que fue engancharlo, la balanza se inclina a su favor.

Los pescadores experimentados saben por la tensión de la línea si el pez cumple con los mínimos, en este caso de más de 25 kilos para un Vela. Al irse acercando al yate, Guillermo hijo lo observa y lo cataloga como chico. El Vela se resistía y peleaba, pero ya estaba al alcance de Santiago, quien hábilmente lo toma por el pico y lo trepa al "The Other One Chichu" y ahí entró la duda: ¿es lo suficientemente grande para que entré en el torneo, o es muy chico y será mejor dejarlo ir?

Algunos miembros lo ven chico, pero para los otros cumple con la medida que garantizaría el peso mínimo, 1.95 metros desde la base de la mandíbula a la cola, así es como los pescadores se aseguran que su presa será válida para el torneo, si no la liberan.

Guillermo padre está convencido, el capitán también, así que Santiago actúa y le pone fin a la pelea.

El pez ahora es pescado

El "The Other One Chichu" logra su primera captura del día; las sonrisas y las felicitaciones brotan de los seis hombres.

La perspectiva de la pesca deportiva es diferente entre los miembros de la tripulación, para Guillermo padre es un oportunidad para pasar tiempo con la familia.

"El deporte aleja de los vicios y une a la familia", asegura.

Santiago lo ve diferente. "Es libertad, mira", dice mientras extiende los brazos tratando de que el mar azul, profundo y calmado ilustre por sí mismo el concepto.

"Este es un deporte porque es una lucha, una pelea entre el pez por su vida y entre nosotros por subirlo al barco".

Y como en todo deporte, la suerte es importante, pero no para vivir de ella.

"Suerte puede ser estar en el lugar adecuado donde pasa el pez, pero si no tienes la técnica, no vas a poder subirlo y se te va a ir", subrayó Santiago, nieto de Guillermo padre y sobrino del resto de los pescadores, quien a sus 26 años de edad pasa sus días entre ser pescador de un Barco atuenero en Estados Unidos y ser marinero en Barra de Navidad

La suerte es para principiantes, para los verdaderos apasionados de la pesca deportiva, lo que cuenta son los conocimientos, la experiencia y la habilidad.

EL INFORMADOR / MARCO BURGOS