Una radiografía de la trata

GUADALAJARA, JALISCO (21/OCT/2015).- ¿A qué huele el lugar donde muchos de los pobladores viven en la opulencia gracias a que obligan a niñas, adolescentes y jóvenes a ejercer el sexoservicio? ¿Cómo son sus amaneceres y anocheceres? ¿Cuáles son sus fiestas y costumbres? ¿Por qué los niños sueñan con ser proxenetas? La respuesta a esas y otras preguntas está en “Tierra de Padrotes” (Tusquets, 2015), libro de crónicas donde la periodista Evangelina Hernández ofrece una radiografía de la trata de personas que se origina en la comunidad de Tenancingo, Tlaxcala.

En el texto, la comunicadora expone relatos en voz tanto de las mujeres afectadas por la actividad ilícita como de los implicados y los demás habitantes. La periodista combina las historias con una investigación puntual de cifras, estadísticas y la ruta de la trata entre Tenancingo-Puebla-La Merced hasta su seguimiento a Estados Unidos y el encaramiento con las autoridades de un “oficio” que comenzó en el pueblo tlaxcalteca desde hace tres generaciones.

Al otro lado del teléfono, Evangelina recuerda que desde 2009 empezó a investigar el fenómeno de la trata desde el punto de vista periodístico. Todo comenzó por una llamada de auxilio que recibió un año antes en la que una madre le habló al periódico en el que trabajaba porque habían raptado a su hija. Sus investigaciones la llevaron a lanzar su primer libro sobre el tema con la promesa de que las ganancias irían para las víctimas.

En “Tierra de Padrotes” la periodista se centra en un solo lugar: Tenancingo, un poblado de 12 mil habitantes (según el censo oficial de 2010) en donde la violencia se ha normalizado a tal grado que se vuelve fiesta, como en su carnaval o en la visión de los hombres que desde niños quieren ser padrotes.

La periodista eligió el género de la crónica para poder explicar desde todas sus vertientes la vida de quienes sufren la trata. “Desgraciadamente me quedé corta, digo desgraciadamente porque eso significa que hay más. Muchos de los testimonios son avalados por ellas, porque son parte de los expedientes policíacos de las investigaciones. En principio la idea es respetarlas, no revictimizarlas, como compromiso personal y de mujer, era importante para mí tener su aprobación porque estás dando a conocer sus historias y sus nombres”.

Entrar a la boca del lobo

Contar cómo se vive este fenómeno en Tenancingo no fue fácil; para hacerlo, Evangelina Hernández tuvo la protección de sociedades civiles y religiosas. Ingresar no es sencillo porque es una comunidad muy desconfiada, “vigilan a los extraños. Pero no podía reportear sin estar ahí, sin verlo y escuchar las voces de muchos de los actores, tanto los que son parte como los que se oponen”.

Con su incursión, la periodista expone cómo son las casas de los padrotes, cómo se comportan, qué piensan los maestros, quiénes fueron los primeros en dedicarse a ello y quiénes no.

Al entablar relaciones de diálogo con vecinos, la autora se enteró que hay las jóvenes piden ayuda y nadie acude, incluso —dice— a veces los mismos familiares son cómplices del delito.

“En el libro está el modus operandi, la ubicación, las redes, las rutas, es un documento que puede dar pie a nuevas investigaciones de carácter policíaco. Un tema tan grave debe ser tratado con todo el peso de la ley”.

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De paso por la ciudad

Evangelina Hernández podría estar en la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) como parte de la difusión que la editorial busca para el texto.