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Cultura | El Consejo de Arqueología supervisó los avances

Abrirán al público el Templo XX de Palenque

La presidenta del Consejo de Arqueología del INAH declaró que existen las condiciones para abrir el templo XX de Palenque al público en cuatro o cinco años

Por: NTX

Actualmente en la zona se encuentran trabajando especialistas de diversas disciplinas. ARCHIVO  /

Actualmente en la zona se encuentran trabajando especialistas de diversas disciplinas. ARCHIVO /

PALENQUE, CHIAPAS (14/ABR/2011).- Existen las condiciones adecuadas para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lleve a cabo las obras que permitirán, en un lapso de entre cuatro y cinco años, que la Zona Arqueológica de Palenque cuente con un nuevo edificio abierto al público.  

Así lo informó la presidenta del Consejo de Arqueología del INAH, Nelly Robles García, durante una entrevista exclusiva al pie del Templo XX de este sitio arqueológico. Actualmente, subrayó, un grupo multidisciplinario trabaja de manera incesante para concretar este gran proyecto.  

“Ahora, dijo, trabaja más de un especialista en esta zona; están los arqueólogos, restauradores, arquitectos, ingenieros que calculan los pesos y parámetros para la estabilidad de los basamentos, especialistas en iconografía y antropología física, y prácticamente todas las ramas del INAH comprometidas en la zona”.  

La entrevistada mencionó que son grupos interdisciplinarios que laboran hombro con hombro, porque la zona ya no es territorio de un solo especialista. “Las exigencias del sitio abren ampliamente la posibilidad de que se integren grupos de diversos especialistas que compaginan sus conocimientos”, añadió.  

Recordó que ella revisó el proyecto en papel y ahora lo visitó físicamente. “El trabajo es sustancial. Estos edificios, muy interesantes, provocan que la gente no se explique por qué los arqueólogos le invierten tanto tiempo, como si fuera algo fácil cuando en realidad los basamentos son muy complicados”.  

Puso en relieve que normalmente tienen muchos cuerpos y la estabilidad estructural de los edificios depende de que esos basamentos estén armónicos y que trabajen como una unidad. “Edificios como ese no estaban completamente explorados”, a pesar de que datan del Periodo Clásico (250-900 d.C.).  

Robles García subrayó que hace dos años, el Consejo que ella preside solicitó que antes de hacer cualquier excavación arriba del Templo se consolidara perfectamente bien el edificio, como desde hace años están los demás que ya han abierto al público en la misma zona arqueológica.  

“Las grandes lecciones de la arquitectura maya iniciaron desde que comenzó su arqueología. Entonces, nosotros no tenemos por qué permitir que un edificio se quede a medias, lo perforen por arriba y por abajo sin haberlo consolidado y se emprendan nuevos proyectos; hoy trabajamos en éste hasta terminarlo”.  

Dijo que son asuntos metodológicos, donde los arqueólogos deben poner mucha atención y establecer parámetros de trabajo. “Nos vamos a tardar cuatro o cinco años en un basamento si así lo requiere el edificio, sobre todo, si le faltan las esquinas porque así no es posible hacer ninguna excavación”.  

Si consideramos que son edificios milenarios, cuatro o cinco años son apenas un instante, “siempre y cuando se trabaje infatigablemente. La intención es que el trabajo arqueológico se organice de manera lógica y que cada proyecto tenga su ruta crítica y sepamos hacia dónde va en investigación y restauración”.  

Luego, la entrevistada destacó que abrir al público una zona arqueológica requiere de una planeación integral con la Dirección de Operación de Sitios que calcula los costos de la señaletica, servicios, botes de basura, tiendas y todos los satisfactores que necesita el visitante para tener un recorrido amable.  

Con todo, al cabo de cuatro o cinco años, una vez terminados los trabajos, la entrevistada no contemplará un atractivo “especial” o “principal” en ese edificio. Lo anterior, porque al concluir las obras, esa milenaria construcción será una pieza más del famoso conjunto arqueológico que yace en esa zona.  

“Es muy satisfactorio regresar a una zona después de 15 o 20 años y encontrar nuevas áreas expuestas, bien consolidadas y armónicamente integradas en el recorrido, y si los hallazgos de esas nuevas excavaciones están visibles, puede uno comprender mejor cómo fue el hallazgo, de qué época es y de qué se trata”.  

Eso va complementando todo, y es importante que en estas zonas, que son Patrimonio de la Humanidad, se lleve una directriz clara en el sentido de lo que se investiga. “Muchas veces investigamos la población, las dinastías, la arquitectura y las tumbas, y entre todos, completamos el proyecto”, concluyó.

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