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Cultura | El espacio reabrirá con espectáculo de la época porfiriana

Segundo aire para el Teatro de Atequiza

La SC impulsará un eje que incluye una hacienda, el molino, la parroquia, la finca La Florida y la estación del ferrocarril

Por: EL INFORMADOR

El Teatro de Atequiza se encuentra rodeado de monumentos históricos, como el molino de trigo. E. BARRERA  /

El Teatro de Atequiza se encuentra rodeado de monumentos históricos, como el molino de trigo. E. BARRERA /

GUADALAJARA, JALISCO (23/AGO/2010).- La ilusión es que el Teatro de Atequiza se reinaugure este año con algo “típico de la época”, tal vez de aquel 1886 cuando abrió sus puertas por primera vez, “una ópera o algo así”, sugieren los habitantes.

En el pueblo se platica que incluso Ángela Peralta abrió el telón para Porfirio Díaz y sus amigos, quienes contemplaron el espectáculo desde el palco de honor rodeados de pinturas de paisajes europeos. Y aunque es prácticamente imposible que “El ruiseñor mexicano” se haya presentado en esa fecha, pues murió en 1883, el rumor es uno de tantos en el pueblo, pero algo hay de verdad en ellos: Atequiza (Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco) fue un sitio relevante durante el porfiriato por la amistad de la familia Cuesta Gallardo –los hacendados-con el entonces Presidente de México.

Después de la Revolución Mexicana, el primer teatro privado del país quedó abandonado, en ruinas, hasta que a principios de la década de los noventa algunas personas comenzaron a impulsar su rescate. Poco a poco el espacio cobró vida -se colocaron armaduras, cantera nueva, puertas, ventanas, pintura aplanada, un mezzanine, plafones y una biblioteca en la parte superior- y ahora está a punto de resucitar con 14 millones de pesos que se destinaron este año para instalar sonido, iluminación escénica, mecánica y vestimenta teatral, video y butacas, y para otras obras complementarias dentro y fuera del espacio.

Actualmente hay trabajadores que afinan los últimos detalles para que en el escenario se vuelva a escuchar la “tercera llamada, tercera”, con lo cual el teatro se sumará a los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Pero el Teatro Centenario, el tercero en importancia histórica en Jalisco después del Degollado y el Rosas Moreno, es parte del corredor de monumentos de valor patrimonial que la Secretaría de Cultura (SC) de Jalisco prevé rescatar en Atequiza. El eje incluye una hacienda, la parroquia, el molino, la ex fábrica de alcohol de maíz, la finca La Florida (donde se hacían fiestas privadas para personajes como Porfirio Díaz) y la estación de ferrocarril (muy cercana al Río Santiago), que se integraría a la ruta turística de la Ribera de Chapala.

El director de Patrimonio Cultural de la SC, Modesto Aceves Ascencio, comenta que se trata de un conjunto de monumentos relevantes: “Nos parece importante rescatar el eje. La idea es que el municipio done la estación del tren para que se convierta en un centro cultural; entonces podríamos dar recursos, encantados de la vida”.

“Todo es un museo”

En Atequiza existió un teatro privado por una simple razón: hay una historia de siglos de latifundio que explica su relación con la antigua clase de élite del país.

Los registros señalan que el primer propietario de la Hacienda de Atequiza fue don Juan de Ortiz de Urbina, en 1556. Posteriormente perteneció a aproximadamente 10 dueños, hasta que en 1839 llegó a manos de don Cástulo Gallardo, antecesor de los Cuesta Gallardo --amigos íntimos de Porfirio Díaz—, quienes heredaron más de 11 mil hectáreas de territorio.

Hoy el teatro está rodeado por vestigios del viejo feudo, como el molino industrial de trigo, la fábrica de alcohol de maíz, el trapiche, la iglesia de tipo neoclásico y la casa La Florida, de estilo ecléctico, la cual se construyó al mismo tiempo que la Casa de los Abanicos en Guadalajara, que también está elaborada con cantera de Atequiza.

El director de Cultura municipal, Francisco José Michel Padilla, se para a unos metros del teatro, frente a la que era la calzada principal de la finca La Florida y cuenta que frondosos árboles de nogal simulaban un túnel por donde llegaban los trabajadores que vivían en Atotonilquillo (Ixtlahuacán de los Membrillos).

El camino ahora está lleno de olvido, lodo y pasto crecido, pues el predio donde está la finca pertenece a la empresa Cytec, que manufactura productos mineros y poco se interesa por el valor patrimonial de ese terreno. La casa está desolada, a punto del colapso, pero aún permite recrear imágenes de lo que pudo suceder en el enorme salón de la planta baja donde, cuentan, se realizaban fiestas eternas de las cuales también hay muchas leyendas y rumores, porque nadie tenía acceso a ellas, eran privadas, para los amigos íntimos de los Cuesta Gallardo.

“Aquí se hacían grandes acuerdos políticos”, relata el cronista que ahora está parado a un lado de la casa de descanso, desde donde se ve el camino por el que llegaba el ferrocarril que trasladaba a Porfirio Díaz, quien visitaba dos o tres veces al año la Ribera de Chapala.

Después de la Revolución Mexicana, los Cuesta Gallardo huyeron de Atequiza y con ellos desapareció el latifundio; años después las tierras se convirtieron en ejidos. Nadie supo más de la familia, hasta hace unos años, que llegó uno de sus descendientes y dejó en manos de Michel Padilla un buen número de fotografías antiguas de la hacienda y sus dueños.
Entre las imágenes hay retratos de mujeres con vestidos floreados, guantes, collares de perlas “de gala”, capas de plumas, abanicos, e incluso aparecen en lugares como las Cataratas del Niágara, la Alambra de Granada, en España, o en Egipto en pleno fin del siglo XIX, montadas en camellos y con las pirámides de fondo. En otra fotografía hay hombres sentados en el porche de la finca La Florida, en sillas de madera, con canastos llenos de naranjas (había huertos en los alrededores) y sombreros calados, unos de gala y otros de campo, lo que distinguía la clase social de cada uno.

Francisco Michel señala que falta mucho por estudiar de aquella época y de lo que sucedió en la región, porque “todo Atequiza es un museo”. Está emocionado por el impulso que se ha dado al rescate del pueblo, pero hay un detalle que lo tiene inquieto: desaprueba que se quiera trasladar la finca La Florida a un espacio más cercano al teatro, pues los dueños de la empresa argumentan que se encuentra en una zona de riesgo por el uso de residuos peligrosos. El permiso actualmente se tramita en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de que el Centro Jalisco de esta misma dependencia lo negó con el argumento de que al moverla hay riesgo de que se derrumbe.

EL INFORMADOR/ Alejandra Guillén


El dato

El Teatro de Atequiza de arquitectura neoclásica recibió este año del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) siete millones 500 mil pesos como parte del programa de Teatros Centenarios, y del Ayuntamiento de Ixtlahuacán de los Membrillos, seis millones de pesos (del Fondo Metropolitano) para hacer otras adecuaciones al espacio, como la rehabilitación de los baños y el mejoramiento de la imagen urbana. Por ahora faltan recursos para la subestación eléctrica.

Para saber

En 1896, Gabriel Veyre realizó una película de México para los Lumiere, donde aparecen desde escenas oficialistas de Porfirio Díaz paseándose por Avenida Chapultepec, hasta rincones del campo mexicano. Uno de los sitios elegidos fue la Hacienda de Atequiza, por invitación de los Cuesta Gallardo.

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