Domingo, 19 de Mayo 2024
Entretenimiento | El director charla con los asistentes de la apertura del Talento Campus

Fernando Trueba, la broma que se hizo cine

El Talent Campus Guadalajara inicia las actividades de su quinta edición dentro del Festival de Cine

Por: EL INFORMADOR

Fernando Trueba, la broma que se hizo cine, relata su historia durante la charla inaugural. ARCHIVO /

Fernando Trueba, la broma que se hizo cine, relata su historia durante la charla inaugural. ARCHIVO /

GUADALAJARA, JALISCO (01/MAR/2013).- Genio excéntrico. Músico silente. Profesional de la improvisación. Cuando se trata de Fernando Trueba, los extremos se tocan. Al director le gusta desconcertar, provocar, romper con la obviedad. Le apasiona escuchar historias. Pero nadie le gana cuando se trata de contar las suyas, como lo demostró en la Master Class que ofreció con motivo de la apertura del Talento Campus, actividad académica organizada dentro del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

Bajo el slogan de “Historias íntimas para un universo”, el Talent Campus Guadalajara arrancó las actividades de su quinta edición, convertido en uno de los proyectos más sólidos nacidos el marco del FICG, y un semillero de ideas para los futuros profesionales del Séptimo Arte.

A partir del viernes y durante cinco días, 70 estudiantes de diversas áreas cinematográficas provenientes de México, América Latina y el Caribe, toman parte en una serie de actividades diseñadas para brindarles una serie de herramientas y conocimientos básicos en su formación profesional, mismas que son proporcionadas por integrantes destacados de la industria cinematográfica.

Cabe señalar que el diseño de actividades fue realizado con la cooperación del Talent Campus de la Berlinale y el Goethe-Institut. Y el platillo para abrir las actividades fue una Master Class, convertida en charla, que brindó Fernando Trueba.

Con el corazón en la mano

Dueño de un estilo particular, donde muchas veces es la comedia el lenguaje donde se siente más cómodo, la filmografía de Trueba combina proyectos en los que se echa mano a veces del ingenio, a veces de un gran presupuesto, a veces de la música, a veces del silencio.

Una de sus cualidades es la capacidad de reinventarse de proyecto en proyecto. Desde su debut con Opera prima, pasando por el documental Mientras el cuerpo aguante, llegando a la hilaridad en Sé infiel y no mires con quién, su cambio de tono en El año de las luces, el éxito avasallador con Belle Epoque, el experimento visual en Chico y Rita; todo un camino de curvas, subidas y bajadas hasta El artista y la modelo, largometraje con el que el viernes por la noche arrancan las galas del Festival.

La ironía de todo, es que la eclosión de Trueba como director de culto nació a partir de una broma de cantina, como el mismo lo confesó en su Master Class: “Yo había hecho varios cortos de una pobreza extrema, muy cutres, hechos sin dinero, los hacía por hacerlos, porque me dejaron la cámara”.

A finales de la década de los años setenta, Trueba se encontraba en una cantina con un amigo suyo, que l preguntó, tras haber hecho sus extraños cortos, cuándo haría su ópera prima. El termino ópera prima no se usaba tanto como ahora. Me sonó tan pedante ese término, que hice la broma estúpida de que iba a hacer una película sobre un tipo que se encuentra a su prima en la plaza de Opera (una estación de metro en España)”.

El resto es historia, la película se volvió un fenómeno comercial, pese a que el director era un desconocido, y los actores que aparecían en ella…ni siquiera eran actores. “A mí me daba miedo tratar con actores profesionales en aquella época”, explicó divertido Trueba, quien reconoce que con el tiempo aprendió a lidiar con histriones y eso terminó por reflejarse en la calidad de sus obras. “Más que enfocarme en quién iba a salir, me preocupaba cómo lo iba a escribir”.

El duro camino del guión


Dirigir lo llena de placer, pero escribir guiones es una de las grandes pasiones en la vida de Fernando Trueba. El realizador español reconoce que cuando comenzó, “escribirlos era un acto de fe. No se sabía si algún día se rodarían o no. La mayor parte de las veces, no se hacía nada”.

Aquí Trueba lanza un tip para los nuevos cineastas. “Solo escribí cosas que no tuvieran costo. Mis compañeros en la escuela me decían que estaba loco, que incluso una película con un tipo sentado en una silla por dos horas, cuesta mucho dinero”. Pero el realizador se las ingenió para sacer auténticas obras maestras al precio mínimo. Pronto desarrolló su propio estilo, y en el camino encontró cómplices que lo enriquecieron, uno de ellos, determinante en su vida: Rafael Azcona.

Azcona ya era un guionista reconocido en el cine español cuando cruzó su camino con Trueba en los años ochenta. El primero tenía más de 70 películas escritas. El segundo, apenas seis. Sin embargo, ambos terminaron haciendo buenas migas. “No me quiso escribir un guión la primera vez que lo vi –recuerda con una sonrisa el director- porque me dijo que no sabía hacer comedias como a mí me gustaban. Me dijo que cuando tuviera una película ‘garbancera’ (un cine que retrata a una España que ya no existe), lo llamara”.

Tres años después comenzó a trabajar con él en El año de las luces, con la colaboración de Azcona, una cinta de época, llena de humor y diálogos punzantes. “Con Rafael se trabajaba en una cafetería. Pasábamos la tarde hablando y tomando notas durante meses, y se hacía el guión. Nos hicimos muy, muy amigos”.

EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ

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