Jueves, 16 de Mayo 2024
Cultura | David ''Negro'' Guerrero

Contemplaciones contra el tedio

Los ajustes resupuestarios han obligado al replanteamiento de proyectos y a utilizar lo mejor de la capacidad creativa y administrativa

Por: EL INFORMADOR

I

Ahora que se han dado terribles noticias en torno a la gravísima situación económica por la que atraviesa el país (“¿crisis?, ¿cuál?”, me pregunta muy sácale punta un amigo que cobra del erario público y tiene una “dieta” de poco más de 60 mil pesos mensuales), en donde los ajustes presupuestarios han obligado al replanteamiento de proyectos y a utilizar lo mejor de la capacidad creativa y administrativa que tienen los de abajo, o séase, aquellos que reciben órdenes y tienen la misión de no cuestionar las decisiones de sus jefes y hacer para que las cosas salgan adelante bajo el chafa esquema -“chafa”, porque mucho lo utilizan convenenciera y chantajistamente- de “hacer más con lo mismo, incluso hasta con menos”, la reflexión sobre qué asuntos de la vida nacional se verán más afectados apunta, rápidamente, al deporte y la cultura.

Más allá de que el nuestro sea un país de profundas convicciones futbolísticas (manifestadas en delirios, groserías y obscenidades que tienen que ver más con el espíritu de la mediocridad y la envidia que con méritos estrictamente deportivos), lo cierto es que, una vez más, las futuras glorias deportivas tendrán que rascarse con sus propias uñas, darle la vuelta a la suela de sus tenis, volver a remendar los eternos parches de sus valijas y mochilas, y todo el eterno vía crucis por el que tienen que transitar para alcanzar triunfos y logros en disciplinas que nada tienen que ver con la estupidización colectiva en la que se ha convertido el futbol. Por lo que refiere a la cultura, ¿qué podemos esperar de dirigentes y autoridades que se empeñan en demostrar su falta de compromiso, ignorancia y vacío de ideas aunque tengan la mesa puesta?

II

Esta reflexión a la que se sumarán sin duda especialistas, antropólogos, periodistas, escritores, comunidad artística y demás involucrados en el sector cultural, seguramente no arrojará más que los mismos datos pesimistas de siempre, pero actualizados. Si el megaproyecto cultural del sexenio pasado fue la construcción, a fuerza de berrinches y “por-mis-destos”, de la megabiblioteca José Vasconcelos, con los resultados infames que todos sabemos, ¿alguien sabe cuál es el proyecto cultural de este sexenio, que ya va a la mitad? Francamente, yo lo desconozco. Pero no me sorprende, porque estoy absolutamente convencido de que el propio Presidente de la República desconoce qué terrenos pisa y todo lo que tiene a su alrededor. Ya se ha visto que la llegada de Consuelo Sáizar a la presidencia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) no se convirtió en el mejor remedio, pese a sus innegables cualidades que la colocan, por mucho, mejor preparada que su antecesor, Sergio Vela; pero ella no puede sola. Todavía vivimos en un país que no se cansa de halagar a los dinosaurios, sin que ello signifique que no lo merezcan, pero cuando un sistema cultural se ampara en la defensa y homenajes a las mismas estampitas de siempre, casi ya amarillas a estas alturas, algo sin duda ha dejado de moverse y, sobre todo, de refrescarse.

III

Porque es eso lo que necesita todo el aparato cultural del país: una fuerte y decidida sacudida que la obligue a que caigan las hojas y frutos viejos y podridos -y que tanto daño hacen en tanto parásitos del sistema-, y se atreva a ser más audaz y menos timorata; más comprometida y menos elitista; más divertida y menos demagoga; más honesta y menos hipócrita.

Porque lo merece no sólo sus principales hacedores, todos esos hombres y mujeres desparramados a lo largo y ancho del país, que sin importar trienios o sexenios o líderes en existencia, se dedican a apostar por una vida cultural creada desde su entorno más inmediato, desde la trinchera en la que se convierten en ciudadanos de todos los días; lo merece, también, y principalmente, la gran mayoría de la población que está atorada en el barranco de la ignorancia a la que la ha aventado el destructivo duopolio televisivo que domina el país.

Pero, siendo sinceros, no sólo por ver la tele y la basura que se programa pueden ser señalados como los responsables. En realidad la culpa está... ¡en todas partes! Desde la intimidad del hogar, cuando los padres se convierten en los peores enemigos del hábito de la lectura y la imaginación; en los profesores, que resulta que son más burros que el alumno más atrasado de su clase; en la clase empresarial, tan llena de snobismo y desdén, que piensa que los pobres están afuera de sus cotos privados; y por supuesto, la nefasta clase política -de cualquier orden- que tenemos el terrible castigo de padecer, cuya única preocupación es hacer todas las triquiñuelas posibles y dominar los malabarismos verbales que sean necesarios a fin de que la borregada caiga, no la escuchen, y puedan seguir cayendo, descaradamente, esos salarios ofensivos que se encargan de cobrar con la mirada más inocente del mundo, como si en verdad lo merecieran. ¿Y los medios? Pues, saquen ustedes conclusiones.

IV

Así es que, mientras son peras o son manzanas y nos preparamos para peores días, en donde hacerle un hoyo más al cinturón ya no es una mera imagen retórica sino una apabullante realidad, lo que se me antoja en este momento es hacer una amplia recomendación a cualquiera de mis tres lectores: despacharse completito el número más reciente (13, primavera-verano de 2009) de la revista Folios: publicación de discusión y análisis, que edita el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco, bajo la dirección del consejero Víctor Hugo Bernal (el querido Negro), y la edición del siempre eficiente Alejandro Vargas Vázquez. “De la cultura política a las políticas culturales” es el tema central de este número que no tiene pierde. Estoy seguro de que, al finalizar, trataremos de respirar mejor.

Comentarios, quejas e intercambios de ideas que estén en contra a: davidguerrero.lemus@gmail.com.

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